INTRODUCCIÓN
Mucho se ha escrito sobre los efectos
del pastoreo en la modificación del paisaje, esa serie de cambios
que viene a reflejar la “inserción trófica” del hombre y sus
herbívoros en los ecosistemas (Montserrat, 1965 y 1972; Montserrat y
Villar, 1995). Ello es particularmente cierto en el caso de las
montañas, donde el paisaje agro-silvo-pastoral de la tierra baja se
ve sustituido por el silvo-pastoral en altitudes medias y por el
pastoral en las zonas altas. En algunas cordilleras, como el
Pirineo, donde la civilización ganadera trashumante ha dejado su
sello a lo largo de más de un milenio, no resulta exagerado decir
que el pastoreo ha “moldeado” los paisajes de montaña (Villar y
Montserrat, 1996), de suerte que en las últimas décadas el abandono
pastoral lleva a nuevos equilibrios y a un cierto desorden
paisajístico.
Es evidente que a las estivas
productivas se ha llegado después de muchos años de fuego pastoral y
pastoreo intenso, con varios tipos de ganado y herbívoros silvestres
interaccionando con la hierba sucesivamente a lo largo de la
primavera tardía y el verano. Pero como la fragilidad de las
montañas está ligada en gran parte a la pendiente y a las
consecuentes pérdidas por gravedad (Körner, 1999) -aquí todo va a
parar al río, nos decía un pastor de Ansó-, el ascenso de los
rebaños cada año supone una compensación a esa “exportación” edáfica
y vegetal de arriba abajo. Esa compensación se materializa en el
aporte que los herbívoros silvestres en general, y los domésticos en
particular, han ido haciendo en forma de excrementos –sólidos y
líquidos- o en forma de cadáveres. Esas deposiciones suministran
materia orgánica que favorece la estructuración de los suelos y
suple la conocida falta de algunos oligoelementos como el fósforo,
verdadero factor limitante de la productividad primaria (Margalef,
1999), en otras palabras, aumenta su fertilidad y su capacidad
productiva de hierba.
El redileo que hasta hace poco se
practicaba de un modo bastante general nos recordaba la importancia
del sirle y del fiemo para la producción de las plantas cultivadas,
del mismo modo que el reparto del estiércol por los prados y pastos
que circundan las bordas los iba manteniendo mucho más productivos
que otros pastos elevados. No deja de ser sintomático que la
conclusión principal de un ganadero trashumante, D. Mariano
Rocatallada, tras 60 años de mantener un gran rebaño de 1500 ovejas,
valorando entradas y salidas, reflexionando sobre su modo de vida,
estuviera relacionada con la fertilidad añadida que comentamos
(Pallaruelo, 1988); en efecto, así lo escribía en 1877 “ … queda
bien demostrado que el ganado [ovino] de por sí es un mal negocio,
si no va unido a la agricultura, pues la única ganancia que puede
dar es el abono a los campos con el estiércol que deja… ”.
Hemos podido encontrar muy pocos datos
cualitativos o cuantitativos sobre estos excrementos en el alto
Pirineo. Nuestro colega Fillat (1980) valoró en cantidad lo que
suponían en el piso montano las boñigas de vaca en Ansó-Echo o de
caballos en el Prepirineo. Luego, para los pastos subalpinos
recorridos por vacas y ovejas, Remón y Alvera (1989) y Remón (1997),
estudiaron los pastos del Valle de Aísa, y en dos parcelas a 2190 y
2260 m de altitud concluyeron: “los pastos que presentan mayor
volumen de excrementos son también los más productivos y los más
consumidos por el ganado”. Sin embargo, la relación entre
excrementos y producción del pasto no es directa, como también
observaron.
En esta comunicación nos proponemos
comentar la frecuencia de excrementos hallados en los pastos de
cuatro cimas alpinas y relacionarla con la frecuencia de pastoreo y
el pisoteo observados en el verano de 2001.
Metodología
Los trabajos se enmarcan en el
proyecto GLORIA-Europe (Global Research Initiative in Alpine
Environments), financiado por la Unión Europea durante los años
2001-2003. El objetivo general del proyecto está en relación con la
dinámica a medio plazo de la flora con respecto al cambio climático,
pero nos interesó el pastoreo por cuanto los cambios en su
intensidad pueden condicionar algunos cambios en la flora, sobre
todo de cara a los años venideros. Información detallada sobre esta
metodología, que se ha seguido simultáneamente en 17 cordilleras de
toda Europa, puede seguirse en el trabajo de Pauli et al.
(2003).
El área de muestreo se halla en el
piso supraforestal (subalpino alto y alpino) del Parque Nacional de
Ordesa y Monte Perdido: Punta Acuta (2242 m), Punta Custodia (2519
m), Tobacor (2779 m) y Punta de las Olas (3022 m).
La metodología seguida consistió en
delimitar 4 parcelas de 1 m2 por cada orientación
principal de la rosa de los vientos, a 5 metros de altitud por
debajo del punto culminal, dentro de las cuales se superponía un
enrejado de 0,1 x 0,1 m. Para cada uno de esos 100 cuadrados
elementales se anotaron las siguientes variables:
-
presencia de suelo desnudo o roca;
-
especies vegetales halladas;
-
si había excrementos de los
herbívoros;
-
si estaban enteras o despuntadas por
los herbívoros (pastoreo) y
-
si había huellas de pisoteo por
parte de los mismos herbívoros.
De este modo se pueden relacionar los
resultados observados en la vegetación con la exposición, pendiente,
vientos dominantes, etc.
La cima inferior (Acuta) viene siendo
pastoreada durante los últimos años por un rebaño de cabras buena
parte del verano, y por ovejas menos tiempo. Custodia por ovejas y
por un hato de sarrios (rebecos) (Aldezábal, 2001). Tobacor solo es
alcanzada por algunos sarrios, dada su pedregosidad. En la Punta de
las Olas, ya a más de 3000 m, apenas hay rastro de herbívoros, pues
es asimismo extraordinariamente pedregosa; de hecho, tan solo
anotamos escasas especies pioneras, y la innivación es muy larga,
pues dura hasta la segunda mitad de agosto.
Resultados
En la
Tabla 1
se resumen las observaciones realizadas en las 32
parcelas de las dos cimas inferiores (Acuta y Custodia). Las cimas
superiores no se muestran a no haberse encontrado restos de
excrementos o de pastoreo en ellas. A primera vista ya se ven
grandes diferencias; así, por ejemplo, las parcelas más intensamente
pastoreadas, pisoteadas y con abundantes excrementos son las de
Punta Acuta, y más concretamente las de exposición S y W. Las de
Custodia presentan valores mucho menores, mientras que en las de
Tobacor y las Olas los valores son inapreciables.
Punta Acuta, Norte.- Se
trata de un pasto pedregoso bastante inclinado, que nunca llega a
cubrir la mitad del terreno (cobertura entre 25 y 41%) y que viene
dominado por la gramínea dura Festuca scoparia; queda sitio
para otras especies que lo caracterizan, como Helictotrichon
sedenense, Rhinanthus mediterraneus, Potentilla tabernaemontani,
Lotus alpinus, etc., pero sin duda, son más frecuentes las
especies relacionadas con el sustrato rocoso (Borderea pyrenaica,
Saxifraga paniculata, Thymus nervosus, etc.) o con las crestas
crioturbadas (Geranium cinereum, Vitaliana primuliflora);
pocas especies pueden relacionarse con la presencia de la nieve, por
ejemplo Arenaria purpurascens. Hay pocos excrementos, y
paralelamente, las plantas despuntadas y los signos de pisoteo son
moderados.
Punta Acuta, Este.- En
estos cuadrados observamos mayor actividad de pastoreo (50% de las
parcelas), un número todavía mayor pisoteo (57%) y muestran algún
excremento el 22% de ellas. Son pastos bastante ricos en especies,
entre 20 y 29, pero a diferencia de lo que ocurría al N ya no domina
la F. scoparia, sino la F. eskia, y pueden superar las
plantas el 50% de cobertura, al menos en algunos rodales. Junto a
ella hay bastantes plantas de pasto pedregoso como F. pyrenaica
y Carex rupestris y de suelos crioturbados (Oxytropis
pyrenaica, O. campestris, Plantago monosperma, Bupleurum
ranunculoides). Otras plantas del pasto están presentes, pero
ocupan muy poco (Lotus alpinus, Potentilla tabernaemontani)
salvo Helictotrichon sedenense, la segunda en abundancia.
Punta Acuta, Oeste.-Resulta
más acogedor para el ganado que los anteriores, ya que hay indicios
de pastoreo y señales de pisoteo en prácticamente todas las parcelas
(un 99%). Paralelamente anotamos la presencia de excrementos en el
41% de ellas. La Festuca eskia cubre entre un 12 y un 45%,
más que en las dos exposiciones comentadas (N y E) y sobre todo
aparece la joya de la corona en estos pastos, el regaliz de montaña
(Trifolium alpinum), con una cobetura entre el 20 y el 55 %.
Se trata sin duda de un buen pasto, donde el cervuno, Nardus
stricta, se mantiene a raya por efecto del diente de los
herbívoros, el cual permite el encespedamiento (cobertura total
entre 80 y 97%) y como consecuencia de todo ello el número de
especies es bajo, entre 8 y 13. Faltan por completo las plantas de
roca o de suelos pedregosos y dominan las del pasto alpino como
Campanuda scheuchzeri, Agrostis capillaris, Phyteuma orbiculare,
Plantago alpina, etc. La acidificación superficial del suelo
viene señalada por Calluna vulgaris y Carex cariophyllea,
minetras que Euphrasia salisburgensis y Cirsium acaule
indicarían el citado pastoreo repetido.
Punta Acuta, Sur.- En la
solana todas las parcelas muestran los efectos de los herbívoros y
en casi todas (95%) hay indicios de pisoteo. Igualmente, el 55%
muestran algún excremento, más que en ninguna otra exposición de
esta cima y también más que en todo el área de estudio. La cobertura
es igualmente alta, entre el 77 y el 96 %. Aquí la Festuca eskia
es la planta más frecuente, seguida de la F. rubra, Achillea
millefolium, del Carex cariophyllea y de la Campanula
scheuchzeri. Nos podemos preguntar por qué están tan pisoteadas
estas parcelas solanas, a pesar de que no hay Trifolium alpinum
y por qué los animales despuntan tanto una planta tan dura como
F. eskia. La razón es que vienen sin duda a ventearse, se trata
de lo que los pastores llaman un “acaloradero”, donde debe soplar
brisa o viento incluso en los momentos álgidos del día. Allí acuden,
en efecto, las cabras y las ovejas con mucha frecuencia. Además, se
trata de la ladera relativamente suave de esta cima de Punta Acuta,
por cuanto la opuesta muestra un despeñadero de 1000 m de desnivel,
el cañón de Ordesa.
Custodia, Norte.- Dada
su altitud, 2519 m, hay notables cambios en cuanto a la composición
florística se refiere, comparándola con Acuta. La fuerte
pendiente (20º) y lo pedregoso del suelo hace que haya muy pocos
excrementos (3,5 %), poco rastro de pisoteo (20%) y ninguna planta
comida. Y es que la única planta algo apetitosa sería el
Helictotrichon sedenense. De hecho no hay nunca más de 13
especies y cubren siempre menos de 40%. Se trata de plantas de
piedra ( a veces ésta aflora hasta en un 80% de la superficie total)
y de la nieve (Saxifraga oppositifolia, Thymus nervosus, Festuca
pyrenaica, Saxifraga moschata, Silene acaulis, Geranium cinereum).
Abajo quedaron Festuca eskia y Trifolium alpinum, aquí
solo vemos escasa F. scoparia y algún pie de F. rubra
y Trifolium thalii.
Custodia, Este.- Al Este
pasa poco más o menos, pero la pendiente es aún mayor (40%), por lo
que la cobertura oscila entre el 9 y el 26%, mientras que el número
escaso de especies oscila entre 5 y 9. Todas son en efecto pioneras
de alta montaña (Saxifrga oppositifolia, Potentilla nivalis),
de roca como Saxifraga paniculada o de suelo crioturbado como
el Geranium cinereum y la Ranunculus parnassifolius
subsp. heterocarpus. Piedra y nieve nos indica Arenaria
purpurascens. Con un lugar tan quebrado y con especies tan poco
apetitosas apenas hay restos pastoreo (inapreciable), sólo se
observó excrementos en una cuadrícula elemental y ninguna planta
comida.
Custodia, Oeste.- En
cambio, al W había indicios de pisoteo algo mayores ( 14%) pues la
pendiente es menor (20%), pero apenas se vio algún excremento y
ningún indicio de pisoteo. Muy pocas especies, escasa cobertura y
algunas de la alta montaña relativamente innivada como
Leucanthemopsis alpina, Gentiana nivalis y Festuca glacialis.
Probablemente el Trifolium thalii sea la planta más
apetitosa, pero es rarísima.
Custodia, Sur.- Es el
punto acogedor para los herbívoros, el menos inhóspito en esta cima,
como en la Punta Acuta, pues la pendiente es menor, un 15% y el
pasto llega a encespedar (70-75%). La acción de los herbívoros (un
40 % de las pardelas), más de 55% de ellas pisoteadas, pero pocos
excrementos (7%), quizá se los lleve el viento. Se nota cómo la
citada acción de los sarrios y también ovejas lleva alguna planta
del pasto como las dominantes más abajo (Lotus alpinus,
Potentilla tabernaemontani, Festuca rubra y sobre todo
Helictotrichon sedenense que puede llegar a cubrir el 40%). La
presencia mínima de Thalictrum alpinum nos recuerda la
altitud y la innovación creciente.
Tobacor y Punta de las Olas.
Aquí ya no hay restos de excrementos ni acción visible de los
herbívoros; sólo esporádicamente llega algún sarrio, pero cerca hay
lugares más seguros para varios hatos de ellos con un césped siempre
productivo de Trifolium thalii. El único animal que vimos fue
un topillo, que se comió parte de las estacas de madera que dejamos
para señalar las parcelas. Las plantas son todas pioneras de alta
montaña, Leucanthemopsis alpina, Saxifraga iratiana, S.
oppositifolia, Poa alpina, y sobre todo, la más bonita de las
cimas de 3000 m, además enémica pirenaica: Androsace ciliata.
Discusión y Conclusión
Por los datos hasta ahora publicados,
sólo se había hallado una cantidad significativa de excrementos en
pastos altos del Pirineo Aragonés en el piso subalpino, hasta 2260 m
de altitud (Remón y Alvera, 1989; Remón, 1997) en el valle de Aísa.
Nuestras observaciones elevan esos restos orgánicos hasta los 2500 m
en la cima de Custodia (macizo del Monte Perdido). En las parcelas
estudiadas por dichos autores, los pastos de Festuca eskia
mostraron pocos excrementos, seguramente porque en el citado valle
de Aísa hay otros pastos en los alrededores más apetitosos que éste.
Ahora bien, en Punta Acuta, asobre los
2200 m, esa misma comunidad mostró abundancia de excrementos (ovejas
y cabras), en especial cuando dicha gramínea dura va acompañada del
regaliz de montaña (Trifolium alpinum). La explicación está
en el hecho de que los herbívoros domésticos –cabras y ovejas- pasan
allí los ratos de más calor venteádose, es decir, se trata de un “acaloradero”,
como dicen los pastores. Aunque nos hallamos en el límite superior
potencial del dominio forestal, en esta cima no hay ningún elemento
leñoso y se suple la sombra de los árboles por el punto más fresco.
En este caso no hemos visto nunca herbívoros silvestres, hecho que
coincide con los observado por Aldezábal (2001).
Unos 300 m más arriba, la cima de
Custodia, ya en el nivel alpino, nos muestra predominancia de
plantas de dicho piso; la innivación sin duda es considerablemente
mayor y el césped donde se ven excrementos mucho más raso. En este
caso serían los herbívoros silvestres los que más llegarían, y
esporádicamente las ovejas. A mayor altitud, en la cima del Tobacor
(2779 m) muestra únicamente plantas pioneras y su relieve difícil
hace que sólo lleguen los sarrios muy esporádicamente. Los pastos
aprovechables llegarían hasta los 2600 m de altitud, pero en estos
momentos su aprovechamiento por las ovejas apenas si resulta
significativo. Por encima de esas cotas, es evidente que los mineral
domina por todas partes y los ventisqueros con Salix retusa,
etc. se mantienen todo el verano; entonces, únicamente algún sarrio
llega a cimas de 3000 m cerca del piso subnival, como vimos en la
Punta de las Olas, donde hallamos excrementos en un solo punto.
Como era de esperar, la exposición
condiciona mucho el pastoreo, el pisoteo y la frecuencia de
excrementos. Estas tres variables, bastante correlacionadas, se
concentran en las exposiciones S y W, microclimáticamente más
acogedoras y con mejores pastos, mientras que las vertientes N y E
reciben menos herbívoros, por su mayor pendiente o peligrosidad, así
como por las escasez de plantas del pasto y la predominancia de
especies fisurícolas y glareícolas.
Las escasas especies pioneras, la
pedregosidad, el viento y la nieve hacen inhóspitas la mayor parte
del verano las cimas de 2800-3000 m, de suerte que apenas son
visitadas por los herbívoros silvestres, y nunca por los domésticos.
Referencias bibliográficas
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Tesis doctoral. Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos.
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121-124. Logroño (España).
Tabla
1. Recuentos de
excrementos, pastoreo y pisoteo en las parcelas de 1 m2
|
|
ACUTA (2242 m) |
CUSTODIA (2519 m) |
|
N.º parcela |
11 |
13 |
31 |
33 |
Σ |
% |
11 |
13 |
31 |
33 |
Σ |
% |
|
Excrementos |
16 |
4 |
4 |
10 |
34 |
8,5 |
1 |
4 |
4 |
5 |
14 |
3,5 |
N |
Pasto |
28 |
37 |
4 |
17 |
86 |
22 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
|
Pisoteo |
17 |
45 |
14 |
24 |
100 |
25 |
15 |
14 |
23 |
29 |
81 |
20,3 |
|
Excrementos |
44 |
62 |
62 |
43 |
211 |
53 |
2 |
1 |
13 |
12 |
28 |
7 |
S |
Pasto |
100 |
100 |
100 |
100 |
400 |
100 |
28 |
48 |
35 |
46 |
157 |
39,3 |
|
Pisoteo |
88 |
95 |
100 |
96 |
379 |
95 |
50 |
17 |
88 |
72 |
227 |
56,8 |
|
Excrementos |
6 |
25 |
16 |
42 |
89 |
22 |
0 |
0 |
2 |
2 |
4 |
1 |
E |
Pasto |
35 |
47 |
62 |
56 |
200 |
50 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
|
Pisoteo |
46 |
60 |
52 |
68 |
226 |
57 |
0 |
0 |
0 |
1 |
1 |
0,25 |
|
Excrementos |
47 |
48 |
49 |
21 |
165 |
41 |
0 |
0 |
1 |
0 |
1 |
0,25 |
W |
Pasto |
100 |
95 |
99 |
100 |
394 |
99 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
|
Pisoteo |
100 |
96 |
99 |
100 |
395 |
99 |
7 |
22 |
14 |
13 |
56 |
14 |