Las zonas húmedas
han sido tradicionalmente castigadas por la mano del hombre. Vistas
como lugares “improductivos y foco de enfermedades infecciosas”,
muchas lagunas han sido y son todavía desecadas, roturadas o sirven
como vertedero. Por ello han sufrido una fuerte regresión durante
este siglo, y aunque últimamente ha aumentado la conciencia social
por la conservación de estos enclaves singulares, la concentración
parcelaria y la presión que ejercen los nuevos regadíos, lanzan una
nube de pesimismo sobre su pervivencia.
Existe en el
suroeste de Aragón una serie de lagunas endorreicas, generalmente de
pequeña extensión, que están sometidas a un régimen de inundación
irregular, habitualmente con largos periodos de sequía, a veces de
varios años. Este hecho las hace únicas, pues son muy pocas las
plantas capaces de resistir el estrés provocado por estos cambios
tan drásticos e impredecibles en el nivel de las aguas. Las plantas
que viven en estos ambientes se han adaptado a completar rápidamente
su ciclo vital, así como a quedar en forma latente como esporas en
unos casos o semillas en otros, con estructuras que las protegen de
la desecación. Pero a la vez son capaces de sobrevivir durante años
enterradas en un suelo seco, para germinar en cuanto el suministro
de agua está asegurado por un tiempo mínimo, diferente en cada
especie. Así, algunas plantas necesitan que se produzca el
encharcamiento, aunque no germinarán hasta que las aguas se empiecen
a retirar, aprovechando que el suelo está todavía húmedo como
Isoetes velatum, Marsilea strigosa, Elatine macropoda o
Lythrum flexuosum. Otras, sin embargo, sólo prosperarán mientras
haya una lámina más o menos profunda de agua, como Potamogeton
trichoides o Myriophyllum alterniflorum, para después
desaparecer hasta el próximo periodo de inundación.
Estas lagunas
temporales son de gran importancia para el refugio de estas plantas,
pero están gravemente amenazadas debido a su pequeña extensión y a
la facilidad con la que se pueden alterar. Las roturaciones de estas
lagunas cuando están secas, así como la adición de fertilizantes y
herbicidas químicos en los cultivos puede mermar la capacidad de
colonización de estos lugares cuando se vuelvan a encharcar. Sería
deseable que dichas lagunas fueran protegidas en su conjunto, como
un patrimonio natural único que es de todos los aragoneses.